Nadando con tiburones

Por: Armando Mixcoac 

Seguramente has oído alguna vez decir de una persona que tiene “una mala reputación”; esto quiere decir que, por un evento del pasado, un chisme que corrió de boca en boca, se sabe algo negativo de alguien y lo marca de por vida. Esto le pasó al gran tiburón blanco, gracias a las películas de las décadas de 1970 y 1980 de Steven Spielberg, se le quedó una muy mala reputación. Jaws, el nombre original de la cinta que se traduciría literalmente como mandíbulas, se estrenó en 1975 y tuvo muchas secuelas, todas en la misma línea: un tiburón salvaje que devora a los incautos bañistas que se encuentran en la playa y se meten al mar. ¿Quién no ha cantado la famosa tonada de la película que de inmediato advierte peligro y te pone los nervios de punta? Todavía este 2018 se estrenó otra película con una trama parecida, Megalodon: en ella un ancestro del tiburón blanco desata mayor pánico al ser todavía más enorme y feroz. Desde entonces la gente tiene miedo de acercarse a las aguas y que un enorme tiburón blanco emerja con sus tremendas fauces a devorar con hambre insaciable a los turistas.

La verdad es que los tiburones casi nunca se acercan tanto a las costas y cuando llegan a atacar a una persona —en promedio unas cuatro o cinco veces al año— se debe a que confunden sus cuerpos con los de focas, no porque tengan una predilección por la carne humana. Aun así, las pantallas televisivas están plagadas de programas sobre los ataques de tiburones y se sigue alimentando esta mala reputación. Como cualquier carnívoro, el tiburón blanco ataca cuando tiene hambre. Sí, sus métodos pueden parecer un poco salvajes, pero si estás equipado con una quijada capaz de morder con 300 veces la fuerza de un ser humano, con dientes aserrados en filas, debes aprovecharlo a la hora de saciar a un cuerpo de más de una tonelada de peso, en constante movimiento.

Los tiburones blancos (que en realidad son más bien de un gris azulado, sólo su vientre es de color albino) nadan por la mayor parte de los mares y océanos de la tierra, les gusta el agua caliente porque ahí encuentran mayor cantidad de presas para alimentarse. Por este constante movimiento en el que se mantienen, resulta difícil saber la cantidad exacta de tiburones blancos que hay en el planeta. Se ha comprobado con estudios que algunos grupos migran ordenadamente, y se sabe que es una especie vulnerable, pues son víctimas de la caza indiscriminada —muchas veces por mero deporte—, por lo mismo de su mala reputación.

No necesitas ser el aventurero más valiente para nadar con tiburones (esta frase se usa en ocasiones para decir que te encuentras en un ambiente hostil). Queremos convencerte de que te puedes sumergir en el agua y observar a estos peces catilaginosos, reyes de los océanos desde hace millones de años. Para contribuir a su protección, es importantísimo que aprendamos más de esta subespecie de tiburones y derrumbemos los mitos. Por eso, te invitamos a viajar a Gansbaai, en Sudáfrica, que te vuelvas parte de la tripulación de uno de los barcos especializados en investigación, que aprendas sobre la biología de estos fantásticos depredadores, que lleves un registro de tus observaciones y, por qué no, que un día te animes a bajar en la jaula de buceo y puedas sacar una fotografía de cerca de uno de estos maravillosos ejemplares. Ayúdanos a conocer mejor al gran tiburón blanco y a destruir su mala reputación, estamos seguros de que disfrutarás esta experiencia y te dejará enorme conocimiento y satisfacción.

 

 


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