Un idioma en común

Aunque no todos profesemos el catolicismo, hay algunas historias de la Biblia que han sobrepasado el ámbito religioso y son una especie de cuentos doctrinarios que muchos conocemos. Así pasa con el relato de la torre de Babel: los seres humanos se propusieron la gran hazaña de construir una enorme torre que llegaría hasta el cielo y ahí podrían ocupar el lugar que sólo le correspondía a Dios. Ante la imprudencia de hombres y mujeres, Dios decidió castigarlos y a cada uno le dio una lengua, un idioma que sólo él o ella comprendían. Entonces, ante la incomunicación, no pudieron terminar su edificación. A este mito doctrinario se le conoce como el de la confusión de lenguas y en muchos sentidos sirvió en la antigüedad para explicar por qué unos hablamos un idioma y los demás, otro.

Hoy en día, existen muchos estudios de historias de las lenguas, una rama de la lingüística que se llama filología es la encargada de llevar a cabo estas investigaciones. Ahora se sabe que sí, hace miles de millones de años, existió un idioma primigenio, del que derivaron muchas de las lenguas actuales: el indoeuropeo. Por eso todavía subsisten palabras comunes entre idiomas. El español que nosotros hablamos es primo del francés, del portugués o del italiano; el inglés y el alemán comparten un lejano ancestro. También es verdad que hay lenguas como las prehispánicas o las que se hablan en las islas de la Polinesia que no tienen nada que ver con este árbol genealógico de idiomas.

Hablamos para entendernos. Hay lenguajes, como el de señas, que no usan palabras, pero igual tienen un sistema y símbolos que son entendibles para sus usuarios. Es algo que necesitamos, es algo común a los seres sociales. Incluso los animales, que no usan palabras u oraciones, que no dan conferencias o escriben libros, tienen formas de comunicarse. Desde los tiempos inmemoriales de la confusión de lenguas, fue necesario encontrar idiomas comunes. Una lengua franca es aquella que sirve para que dos hablantes de idiomas diferentes, puedan entenderse. Por ejemplo, en México, el español en ocasiones hace las veces de lengua franca, entre un hablante de náhuatl y uno de otomí. Durante la época renacentista, el francés funcionó como lengua franca entre los jefes de estados y la clase noble; y desde hace varios años podemos decir que el inglés es la lengua franca, con la que muchos se comunican aún en lugares donde éste no sea el lenguaje principal.

México es un país que presenta muy altas tasas de turismo. Su exotismo, su cultura, la diversidad de paisajes, la exquisitez de su gastronomía y la calidez de su gente son famosos internacionalmente y es muy común ver, en cualquier época del año, a turistas paseando por las diversas ciudades del país. El turismo es muy positivo para las comunidades donde se desarrolla, pero es de vital importancia que haya comunicación entre los turistas y los locales. ¿Cómo pueden las personas que tienen un restaurante atender a sus visitantes extranjeros? ¿Cómo se establece el comercio si no hay comunicación entre el vendedor y el comprador? ¿Cómo se les puede dar una visita guiada a los turistas si no hay un idioma en común?

La Península de Yucatán es un destino ideal si buscas una ciudades antiguas, con clima cálido, donde haya actividades recreativas, culturales y también para la aventura. Mérida, conocida como la Ciudad Blanca, tiene muchísimas cosas para ofrecer a sus visitantes: comida deliciosa, ruinas prehispánicas y hermosos edificios de los tiempos de la Colonia. Tú puedes ayudar a los habitantes de esta ciudad, en particular a los niños, dándoles clases de inglés que les ayudarán en un futuro. Nosotros te ayudaremos, te daremos un plan de estudios y en ti estará despertar el interés de tus alumnos. Seguro será una experiencia maravillosa y, lo más importante, contribuirás al desarrollo comunitario y al futuro de los pobladores meridanos.

 

VIAJA CON CAUSA A YUCATÁN 


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