En las profundidades de un bosque

Por: Armando Mixcoac

Cuando pensamos en la biodiversidad de nuestro planeta, pocas veces nos detenemos a reflexionar que ésta no sólo incluye ecosistemas completos y animales; otro elemento es fundamental en la vida diaria del planeta Tierra: la flora. A donde quiera que volteemos hay plantas, ya sea el simple pasto de una banqueta, las macetas de ornamento que colocamos en nuestros hogares, o los árboles y arbustos que conforman parques, bosques y selvas. Las plantas y quizá de forma más específica las flores que brotan en ellas, son una prueba contundente de lo perfecta, colorida y maravillosa que es la naturaleza.

Dentro de las plantas con flores, una de las más llamativas, tanto por su forma como por sus colores y la enorme variedad de sus subespecies son las orquídeas. Además, son casi tan cosmopolitas como los seres humanos: habitan casi la totalidad de regiones del planeta, excepto las zonas desérticas. Seguramente las habrás visto, en México existen muchas variedades, con sus grandes pétalos simétricos que parecen proteger en cierto modo al labelo, una suerte de pétalo menor en forma de trompeta. Las hay de todos los colores y tamaños, algunas son de un mismo tono, pero también las hay moteadas o rayadas. Por si toda la parte estética no fuera suficiente, son muy importantes por su huella ecológica debido a su papel como agentes polinizadores.

Además del paradisiaco ambiente que ofrece Costa Rica —sus hermosísimas playas, los deportes extremos que se pueden practicar en sus ríos y montañas, la calidez de su gente y la exquisitez de su gastronomía—, entre sus riquezas se encuentra también el bosque nuboso de Monte Verde, que posee una de las más altas variedades de especies de orquídeas en todo el mundo (incluso se comenta que la mayor). Es, asimismo, hogar de otros tipos de flora —destacan las epifitas, aquellas plantas que suelen crecer sobre otras— y de fauna, tales como: serpientes, anfibios, aves y una amplísima cantidad de mamíferos; varios de estos animales son endémicos, es decir, sólo los podemos encontrar en este bosque. Es tan grande y vasta la zona de Monte Verde que hay animales como el sapo dorado y otra especie de anfibios llamada Atelopus vairus que no han sido vistos desde hace muchos años, pero no se ha podido corroborar del todo su extinción, la búsqueda continúa.

¿Te imaginas vivir dentro de esta reserva, rodeado del canto de las aves y el esplendor de las orquídeas? En un lugar tan puro e indómito hay trabajo para unas manos dispuestas y un espíritu explorador. Hay muchísimas actividades a desarrollar, por ejemplo: recolectar, clasificar y documentar la inmensa variedad de orquídeas de la reserva; monitorear a los anfibios, ésta es además una actividad para valientes e intrépidos, pues debe realizarse en la noche que es el momento de mayor actividad de estos alegres habitantes; conteo de aves en otra zona administrada también por la reserva de Monte Verde y que está muy cerca del bosque nuboso; colaborar con el laboratorio de investigación que tiene su sede ahí, en la creación de base de datos; apoyar al desarrollo comunitario con programas educativos para mantener limpia y sana la reserva.

Conocer más ecosistemas tan complejos, variados y bellos como Monte Verde es de suma importancia para también estar más conscientes de los otros seres: animales y plantas que forman parte de nuestro mundo y nuestro continente. Esto nos ayudará a preservarlos mejor y así prolongar el bienestar de todas las especies. Costa Rica tiene una surtida variedad de actividades y entretenimientos que te harán desear nunca irte o volver a la menor provocación:

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